La cuestión de si los valores están en crisis, se están perdiendo o ya no son lo que eran, es recurrente. A menudo emerge y diría que, con más intensidad en momentos especiales, con una presencia o concentración de hechos importantes políticos, sociales o económicos, reprobables éticamente y muy especialmente si se percibe que la justicia o la comunidad internacional no responden con contundencia a hechos tan graves como: la inmigración forzosa, las guerras, la venta de armamento, la utilización de armas químicas contra la población, la violencia de género, el fraude fiscal, los desahucios, la pobreza energética ...

Precisamente los valores, que forman parte de esta sociedad incoherente , se van moviendo tomando más fuerza y protagonismo unos que otros. Muchas veces estos valores son los que prevalecen en estas situaciones de injusticia que nos indignan a nivel local o mundial, que nos hacen pensar que los valores están en crisis. Y lo que es peor, es que muchas veces intentando aceptarlos como están se presentan como el precio inevitable, sin alternativa, que hay que pagar para mantener nuestro modelo social de bienestar.

Es cierto que, en nuestra sociedad, las problemáticas sociales son cada vez más visibles y se presentan más próximas a la ciudadanía. Pero no, por ello, debemos dejar pasar, un solo día, sin trabajar por una sociedad de valores, sensible al ámbito social, responsable con sus decisiones y coherente en la defensa de los derechos.

Solo de esta manera y con firmeza podremos avanzar como sociedad y haremos que el mundo vaya mejor. Al fin y al cabo, ciertos valores, hacen mejor las personas y los contextos en los cuales estas se mueven.